El propósito de la vida es la muerte. Aunque a muchos nos cueste comprender el por qué tenemos que marcharnos de este plano terrenal, venimos a este mundo a cumplir una misión que a ciencias ciertas a veces no sabemos realmente cual fin es. Al nacer desconocemos el futuro que nos espera. Empezamos a emprender nuestro camino ante la vida, algunos con suerte, otros no con mucha, todo dependiendo de nuestra crianza, nuestras costumbres, valores y hasta nuestra manera de pensar que con los años nos hace ser seres de bien o del mal.

Muchos asocian la fecha de nacimiento con lo astral y a medida que vamos creciendo vamos desarrollando una serie de caracteristicas con virtudes y defectos en donde la relacionamos  con nuestro signo zodiacal y, es donde nos comparamos, viendo la similitudes que tenemos con otras personas, y así vamos creciendo, creyendo en las fechas, los astros y los misterios del universo; recorremos los caminos de la vida sin saber que nos depara el mañana.

La verdad es que es algo complejo de definir, nacemos para morir

La vida y la muerte es así, como esa máquina del tiempo que cuando se le pare el reloj dejará de funcionar. A muchos se les adelanta el viaje, mientras que otros duran lo suficiente, nos llenamos de vivencias, experiencias y creencias; durante todo el trayecto sufrimos altos y bajos, alegrías y tristezas, decpciones y orgullos, ganancias y pérdidas, amor y desamor, es como que se tratara de buscar la estabilidad como tal en un entorno inestable, donde lo racional e irracional se apodera en momento de nosotros dejandonos en incertidumbre. Pero si de que algo podemos estar seguros es que dejaremos huellas en la mente de quienes conocemos, esas huellas que sólo formarán parte del recuerdo en esas personas con quien interactuamos durante nuestra estadía en lo que llamamos vida. Algunos dicen que se vive mas allá de la muerte, otros que ya dejamos de existir. La verdad es que es algo complejo de definir, nacemos para morir.