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27/01/2015

Los jóvenes de este país recibimos, a través de la enseñanza, de la televisión, de nuestros padres, incluso de nuestros amigos, mensajes muy contradictorios respecto a cómo deberíamos ser en la vida y a qué aspirar en el futuro

Si hay algo que creo que está poco controlado en este mundo son los medios de comunicación. No me malinterpretéis, soy un gran defensor de que la interrelación entre personas de distintas partes del planeta, las posibilidades de conocimiento, la llegada de noticias desde cualquier lugar del mundo y la habilidad que hemos adquirido para comunicar información hacen de las TIC uno de los grandes avances de este último siglo, pues, aunque su comienzo fue bastante más temprano, creo que en estos últimos 15 años el desarrollo ha superado todas las expectativas.

No en vano, la comunicación social es ahora uno de los aspectos que más se cuidan en las campañas políticas y desde los gobiernos. Estamos en una era en la que cualquier negocio de cierta altura, para funcionar, tiene que tener una buena infraestructura informática, pues la compra y venta de productos tiende cada vez más a hacerse a través de Internet, tal y como pasa también con los servicios. Estamos en la era de la informatización definitiva de todo tipo de procesos, por lo que todos los organismos públicos y privados han empezado ya a fijarse objetivos particulares en materia de accesibilidad y conexión con el público dentro del enorme abanico que ofrecen Internet, la televisión y, en menor medida, la radio.

A diarios los usuarios habituales de la red vemos cómo partidos como Podemos o políticos en particular como Pedro Sánchez hacen grandes experimentos en redes sociales (la comentadísima abreviatura del líder socialista, por ejemplo, fue un tema de conversación bastante habitual en Twitter durante algunos días), cómo los medios de comunicación utilizan cada vez más medios como el Hashtag, cómo incluso en los telediarios entran los comentarios de personas en redes sociales a modo de debate... se ha eliminado, por fin, la ruptura entre los medios de comunicación, los gobiernos y las grandes corporaciones y las personas en materia comunicativa (si bien esto no ha producido aún un verdadero consenso, evidentemente).

Si bien esto puede parecer muy beneficioso para nosotros los humildes mortales, pues, a juicio popular, es mucho más fácil hacer llegar nuestra opinión a cualquier parte del planeta, entraña una gran complicación, y es que en la ecuación entra en juego otro factor: si la barrera se rompe, no solo nosotros somos capaces de hacer llegar un torrente de información a las grandes esferas, sino que éstas también pueden bombardearnos de una forma más eficiente, pues la publicidad, la economía y, en definitiva, el interés en el control de las masas populares y la conducción ideológica en un sentido o en otro se ha masificado.

Si antes la forma de enterarnos de las novedades en el mundo eran la televisión y la radio y, en general, Internet era un pequeño medio para algunos frikis, pues la mayor parte de la gente no sabía utilizarlo o no tenía el más mínimo interés en hacerlo, actualmente tenemos infinidad de opciones para enterarnos de lo que está pasando, pero la esencia no ha cambiado, y es que, detrás de cada periódico, de cada medio digital, de cada persona incluso, está su forma de pensar, sus ideas y, muchas veces, el interés de algún medio u organismo en transmitir una determinada información de una forma específica, de forma que, por mucho que los medios se hayan disgregado, la realidad es que el mensaje sigue siendo bastante uniforme en algunos temas.

Pero, por encima de que la comunicación no haya conseguido ser plural, independiente y verdadera, está el hecho de que se lava las manos en infinidad de temas. Tenemos grandes tertulianos y comentaristas políticos en este país, gente que se dedica a hablar sobre todo tipo de asuntos de actualidad y dar su opinión, y lo hacen de forma excelente. Sin embargo, a la hora de la verdad, las televisiones y los medios de comunicación han conseguido algo, y es apartarlos completamente de la toma de decisiones, impedirles influir en la gente, para dar paso a la opinión del inversor, del publicista o del gran empresario que se dedica a hacer dinero de las ilusiones de esas personas que se creen que están dejando su aspecto en manos de un gran gurú. Eso le está pasando a gran parte de mi generación.

Tenemos que empezar a liberar a España de esta visión pesimista de la vida que tenemos instalada

Nadie está ayudando a los chicos y chicas de mi edad a formarse una opinión propia sobre las cosas, pues no tienen un modelo al que aferrarse, y creo que hay tres motivos para que esto ocurra: el primero es el desaprovechamiento de los pensadores de este país. El segundo, el solapamiento continuo dentro de la televisión y de Internet de mensajes vacíos y de malos ejemplos de cómo vivir la vida que se le cuelan a los chavales como el camino correcto. Y el tercero, una educación asquerosa, repugnante, retrógrada e igualadora por abajo.

El resultado de este popurrí de despropósitos es que, mientras Sálvame tiene horas y horas en televisión hablando temas de mierda (perdón por la palabra pero no encuentro otro término mejor para describir el contenido grotesco y estúpido de la cadena Telecinco casi en general), el debate sobre temas de actualidad es prácticamente inexistente. No hay casi nadie, excepto Jordi Évole con Salvados y, en general, la programación de La Sexta, con la honrosísima entrada de Pedro García Aguado y su Hermano Mayor como muestra de que en otras cadenas a veces también hay buen ejemplo de cómo vivir una existencia decente, a quien se le permita hablar en televisión de temas que no sean cómo le quedaba el vestido a tal famosa, cómo fue el partido de ayer, si la política va bien o mal y por qué deberíamos ser todos Stalinistas e infinidad de cosas absurdas así.

Se ha colmado la opinión en este país de tal montaña de basura que no hay ninguna enseñanza que extraer de ella. Es como cuando entras en algunas webs en Internet y tienen tanta publicidad que no se te permite acceder al contenido, pero con una salvedad, y es que, en este país, detrás de lo que se enseña, que es una vergüenza, no hay NADA. Desde la mañana hasta la noche no hay hueco para ningún filósofo, pensador, opinador, articulista, analista, no se escucha jamás a nadie intentando ofrecer una vía de escape a los jóvenes, y esto, junto con la horrible educación que se da en las casas, donde los padres son incapaces de dar buen ejemplo a sus hijos y desde la escuela les llega la visión amargada de la vida de algún profesor anclado en el pasado, hace que la gente de mi edad piense que el camino para que te vaya bien en la vida es fumar porros en un parque, no hacer nada en casa, no estudiar, pasar de todo y dedicarse a pedir dinero para irse de fiesta. Eso es lo que hemos creado.

Como no soy una persona pesimista, y quiero defender siempre que hay una solución para todo, propongo tres vías que deberían funcionar en paralelo para solucionar esto: la primera, liberar la programación televisiva y las webs de los grandes medios en Internet de información basura. La segunda, permitir a quien realmente tiene algo que decir que lo exprese, en lugar de crear polémicas que no existen y llenar horas y horas de programación audiovisual de contenido vacío, pues estoy convencido de que hay infinidad de personas que, si se les diese la oportunidad, podrían ofrecer contenido y opinión de calidad en páginas web, diarios, periódicos, televisiones y radio.

Y, en especial, empezar a preocuparnos por la visión del mundo que ofrecemos a los que, como yo, apenas hemos empezado a integrarnos en el organigrama español. Tenemos que empezar a liberar a España de esta visión pesimista de la vida que tenemos instalada, empezar a evitar ya que la publicidad colme todas las vías de escape de la juventud, dejar de bombardearnos con información estúpida y permitirnos pensar, que la educación no iguale por abajo y empezar a pensar en si no será más beneficioso que, antes de enseñarnos quién era Quevedo, se nos explique por qué debemos respetarnos a nosotros mismos y lo que significa la dignidiad. Quizá así se acabaría con más "cultura" cani, más acoso escolar y más degradación humana que enseñando sintaxis o morfología.

SOBRE EL AUTOR

Soy Sicker y soy escritor y articulista. Mantengo un blog, http://sicker.es, donde puedes leer mis artículos más actuales. 

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La comunicación social es ahora uno de los aspectos que más se cuidan en las campañas políticas y desde los gobiernos

 

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