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Como estudiante, estudiar Valenciano me ha aportado cosas en el sentido de poder leer obras literarias bastante aceptables, pero también considero que el idioma en sí debería tener más repercusión en la vida de las personas como para conseguir ser una materia obligatoria
En esta crítica, no quiero sonar descortés con aquella gente que se expresa en este dialecto de la Comunidad Valenciana. Simplemente, lo que busco expresar es mi malestar por la situación en la que nos encontramos muchos habitantes de la comunidad, para que se comprenda, desde otras partes del país, el papel que desempeña el valenciano en nuestra enseñanza y en nuestra vida cotidiana, así como para servir de reflexión a todos los valencianos que piensan como yo e, incluso, a aquellos que, si bien tienen mejor consideración de este dialecto que yo, son conscientes de que no se está aplicando un criterio lógico.
El valenciano, y en esto supongo que estamos todos de acuerdo, es una lengua minoritaria dentro del conjunto de la Comunidad. Puedes pasear por Valencia un sábado por la tarde y serán muy contadas las ocasiones en las que escuches una sola palabra que no sea expresada en castellano, y la mayor parte de las veces será porque se ha expresado en inglés, francés o alemán, conque, si cogiésemos el número de palabras que escucha el ciudadano valenciano de media a lo largo de un día, puede que el número de términos propios del valenciano no alcanzase ni la unidad. Esto, por supuesto, depende del entorno en el que te muevas, pero yo puedo asegurar que he pasado años de mi vida en los que, si no hubiese ido a mi instituto o visto la televisión o las vallas publicitarias por la calle, quizá ni un solo término en valenciano hubiese alcanzado mis tímpanos.
Esta circunstancia es difícil de reconocer por quien es defensor de la validez del valenciano como forma de comunicación, pero es real. Es un dialecto que parece reservado a su propio origen, que no se ha extendido. Los mismos que empezaron hablando valenciano, que son aquellos que habitaban el campo (totalmente respetable, por cierto, no busco desprestigiar a nadie) y la gente de pueblos que habían experimentado la llegada de ciudadanos catalanes o, en su extensión, franceses, de los cuales tomaron un idioma, el cual deformaron hasta convertirse en el valenciano actual. Quizá haya muchos pueblos en los que el valenciano sea lengua mayoritaria, pero no es el caso de ninguno de los que me rodean, y dudo mucho que haya una cantidad que justifique la importancia que se le da a su enseñanza.
Siendo esto así, me resulta curioso el enorme apoyo mediático que lleva experimentando el valenciano todos estos años, en los que parece estar sucediendo otro proceso de reivindicación de la diversidad española, de la cual ya he hablado a pinceladas en otros artículos, y la cual asumo y defiendo como una realidad ineludible. No obstante, en este caso, el valenciano no es un rasgo lo suficientemente fuerte como para definirnos como pueblo, con lo que la reivindicación de este dialecto goza de poco sentido, tanto por parte de las personas como de las instituciones y órganos de enseñanza y gobierno. Sé que es una afirmación muy tajante y dura, pero, como siempre, voy a tratar de apoyarla con argumentos.
Lo primero es que el valenciano es un dialecto. No es una lengua oficial, no define al conjunto de la población española. Tener que aprenderla es como si le dijeras a un escocés que tiene que aprender un idioma que se utiliza en seis pueblos en toda Escocia, solo porque vive cerca de ellos, y creases toda una campaña para defender que es historia y que tiene validez comunicativa. Así, lo único que haces es crear un círculo vicioso en el que cuanta más gente sabe valenciano más sentido tiene aprenderlo, y se intenta crear un idioma de la nada, que es precisamente lo que se está haciendo en los últimos años.
Por otra parte, el idioma valenciano no amplía tu capacidad comunicativa con nadie. Un valenciano-parlante siempre sabrá hablar castellano, cosa que un inglés puede que no. No te sirve para maximizar el número de personas con las que puedes mantener una conversación fluida, porque, en el conjunto de Valencia, todos sabemos hablar castellano. No hace falta otra lengua, y menos una aplicada por la fuerza. Simplemente, no tiene función, no es útil. O la sabes o no, pero te tiene que venir por familia, porque si no es probable que jamás la uses más que para rellenar un folio llamado "Examen".
Otra razón es que es un idioma complicado. Es una mezcla surrealista entre francés, catalán y castellano, conque tiene normas muy difíciles de entender, y que, por mucho que te las expliquen, no puedes comprender si no lo practicas. E, irónicamente, todos aquellos con los que lo puedas practicar saben lo mismo que tú, porque también se lo han enseñado y no tienen un fundamento básico para aprender un idioma, que es el tener alguien con quien hablarlo. No encontrarás a un valenciano que sepa hablar bien valenciano a no ser que los busques bien.
El hecho de que un dialecto se deje de utilizar no implica que se pierda "cultura". La cultura se pierde en el momento en el que deja de representar al pueblo
De aquí viene el penúltimo argumento: nadie habla bien el valenciano. El dialecto que te enseñan en la escuela no es el mismo que se usa en la calle, el cual está plagado de errores y de vulgarismos, reduciéndose, en el noventa por ciento de los casos, a quitar la última letra de las palabras y cambiar algunos fonemas, creándose monstruosidades lamentables como "entonses", "la meua silla" o cosas así. Es un dialecto que aprendes para comunicarte con gente que utiliza un idioma que tiene lo mismo de parecido con el valenciano que con el suajili o el chino mandarín.
Y, como conclusión y compendio de todo lo dicho anteriormente, una obviedad. Si algo te lo tienen que introducir como norma y enseñártelo desde pequeño para que muestres interés en saberlo, no es un rasgo cultural, es una imposición, porque no responde a nada de la calle, no es un movimiento popular, es simplemente un fragmento del pasado que, si no fuese porque tendemos a mantenerlo, probablemente estaría ya desaparecido. Así, el argumento de que forma parte de nuestra historia y de nuestra cultura es inválido, dado que no se ajusta a la realidad. La verdad es que, fuera de aquellos que hablan en valenciano porque en su familia se utiliza, no hay prácticamente ninguna otra persona que ponga en práctica este dialecto con intención de mejorar su comunicación. El interés en él es 0.
Así, la solución que propondría yo a esta situación es que, básicamente, el valenciano sea una asignatura optativa que se imparta solo si hay un número suficiente de personas interesadas en ella o el propio instituto lo ve conveniente. Así mismo, por esta misma lógica, no será una materia que tenga influencia en la nota media del alumno en ningún tramo de su enseñanza, puesto que no tiene sentido incluirlo en un programa educativo global dentro del Estado. Por sucesión de acontecimientos, quedaría fuera de la Prueba de Acceso a la Universidad. No obstante, por supuesto, se debe permitir enseñarlo, hasta el momento en que, por puro desuso, se dejase de hacerlo, sin campaña de por medio.
Por último, una pequeña reflexión. El hecho de que un dialecto se deje de utilizar no implica que se pierda "cultura". La cultura se pierde en el momento en el que deja de representar al pueblo, en el que deja de ser un rasgo para convertirse en una costumbre, en la tesitura en la que la única forma de conseguir que haya personas que convivan con ese rasgo cultural sea imponerlo por norma en el sistema educativo desde el nacimiento de esta persona, por lo que, el valenciano, realmente, hace mucho que ya no es cultura, no ya de España, sino de la propia Comunidad Valenciana. Tiende a desaparecer, y eso no lo ha provocado una falta de apoyo, precisamente, sino la triste realidad de que no cumple cometido alguno.
Cuando mejore nuestra capacidad comunicativa y sea necesario para entendernos realmente, cuando vayas por la calle y la gente lo hable medianamente bien (o lo hable, directamente), cuando los jóvenes quieran aprenderlo y lo identifiquen como algo propio y, especialmente, en el momento en el que no se necesite escribir las circulares en dos idiomas para que alguien lea o escuche más de tres palabras en valenciano al año dentro de la Comunidad, entonces, y solo entonces, respetaré que se me examine por ello.
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