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El concepto de mochila digital es uno de los conceptos que más ha puesto de relieve en la educación moderna la necesidad de la integración de la tecnología en el modelo educativo. Los padres de escolares se compadecen de sus hijos por el volumen y peso de las mochilas que arrastran sus hijos camino de la escuela. Y hacen bien, porque en ocasiones este peso es abusivo: no se sabe bien si es el niño quien arrastra la mochila o es la mochila misma quien dirige los pasos titubeantes y desequilibrados de su pequeño dueño.
También en los centros educativos alaban las excelencias de la mochila digital. La propuesta del colegio afirma que ahorra costes, pesos innecesarios y facilidad de uso, además de proporcionar una flexibilidad educativa sin precedentes. Y esto también es verdad.
Incluso los fabricantes de dispositivos móviles y desarrolladores de creación de contenidos digitales adoran la mochila digital ya que su uso tiene una repercusión directa sobre ventas y beneficios.
Recientemente (11-sep-2014) Samsumg presentó un estudio realizado por IPSOS sobre el interés de los padres en la "mochila digital". Los resultados de la encuesta son esperanzadores.Por ejemplo, según Samsumg los padres encuestados colocan por este orden su lista de prioridades para la educación de sus hijos (datos del del Ministerio de Educación y del INE):
El estudio es tan interesante como profesional pero, como viene siendo habitual, solo aparecen datos basados en la subjetividad de los encuestados: claro que es una encuesta que tiene la validez científica de lo que significa una encuesta, algo que pone de relieve una opinión o una tendencia.No aparece ningún dato estadístico recogido de pruebas de campo reales en aula con grupo de control estadístico. Por tanto, según el estudio podemos decir lo mucho que nos gusta la tecnología (en este caso a los padres encuestados, incluso a mí mismo), pero seguimos sin saber si realmente nos beneficia la tecnología en la educación y en qué condiciones podemos aprovecharnos de sus muchas ventajas.
Yo, personalmente, pienso que sí nos beneficia, de hecho me dedico profesionalmente a ello, pero mi pensamiento es tan subjetivo o más -si cabe- que el de la encuesta, no deja de ser una corazonada o la manifestación de un deseo. Sería interesante integrar la tecnología en los procesos educativos, pero sabiendo qué hacemos y por qué lo hacemos, con datos, con números y no solo con opiniones subjetivas, aunque marquen tendencia.
Los profesionales de la educación necesitamos datos reales que orienten nuestras decisiones y un abandono de la idolatría imperante en el esnobismo modernista del uso de la tecnología en educación.La tecnología sale perjudicada, pero sobre todo son castigados nuestros alumnos -o hijos- cuyo modelo educativo queda configurado por la corazonada de sus profesores, padres, políticos y desarrolladores de tecnología.¡Ojala que esa corazonada no acabe en infarto!
Alfredo Abad Domingo.
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