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Dos turistas madrileños protagonizaron la primera boda submarina, cuatro metros por debajo de la superficie del agua, de una laguna de la Polinesia francesa, muy visitada por los recién casados.
En la isla de Bora Bora, los organizadores de bodas están acostumbrados a las peticiones extravagantes. Algunas parejas hacen que un avión dibuje un "¿Quieres casarte conmigo?" en el cielo delante de la ventana de su bungalow. Otras alquilan un islote entero para invitar a un centenar de personas que suelen venir desde muy lejos.
Una boda submarina dura unos 20 minutos y cuesta unos 2.700 euros, un poco más cuando se agrega el desayuno tradicional en un islote (motu en idioma polinesio). Una suma así está al alcance de los turistas del Four Seasons o el Saint Régis, los dos hoteles más lujosos de Bora Bora.
El sacerdote y los novios participan en la ceremonia gracias a unos auriculares. Tras caminar a cuatro metros de profundidad por un camino bordeado de coral, corazones y flores blancas, se sientan en dos sillones reales polinesios, dentro de la capilla representada por una cortina de burbujas. Para darse el sí quiero, levantan el pulgar, antes de ponerse las alianzas de nácar. Si así lo desean, los novios pueden clavar un pedazo de coral cerca de la capilla. Un nácar con sus nombres grabados permite identificar el coral que corresponde a la pareja.
Bora Bora tiene menos de 10.000 habitantes y 826 habitaciones de hotel en 11 establecimientos. En muchos casos son bungalows sobre pilotes o frente a la playa. Los hoteleros intentan atraer a jóvenes recién casados. Así, además de estrellas de Hollywood, concurren a la isla parejas estadounidenses o japonesas adineradas, las cuales pernoctan en hoteles de cuatro o cinco estrellas. Más de la mitad de los 173.000 turistas que viajaron el año pasado a la Polinesia francesa, que cuenta con 121 islas y atolones, concurrieron a Bora Bora, también llamada 'la perla del Pacífico'.