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Fue en Detroit, en manos de Ayrton Senna, donde la escudería montada décadas atrás por Anthony Colin Bruce Chapman venció por última vez una carrera de F1. Lo hizo en 1987, y lo hizo ya sin el genio británico lanzando gorras. Chapman se había ido en 1982 tras un fulminante ataque cardiaco.
Pero hoy, si existe el cielo, sabemos que una gorra ha vuelto a salir disparada, a volar en celebración de una victoria. Ha sido en el Gran Premio de Abu Dhabi, con un coche pintado de negro y oro, fabricado en Enstone, en lugar de cerca de Hethel, y con un finlandés al volante. Kimi Raikkonen, por el que nos declaramos fervientes seguidores al inicio de temporada en un gesto chaquetero y poco objetivo, ha demostrado que podía ganar este año, en la temporada de su retorno al Gran Circo.
Lo ha hecho con un coche que nació competitivo, pero que ha estado siempre por detrás de los grandes favoritos al mundial. Su ritmo de evolución no ha podido igualar el de Ferrari, McLaren y Red Bull. Pero la suerte y la consistencia de Raikkonen se han combinado, por fin, en una carrera apoteósica, para permitir al finlandés ganar una carrera tres años después de su último triunfo (Spa, 2009).
Una victoria que da lustre a un nombre muy necesitado, el de Lotus. Una marca de la que no podemos contarte nada, porque nos han pedido desde Hethel que aguardemos a enero para conocer sus planes e intenciones. Pero hoy DRB Hicom, su nueva propietaria, debe aprender la gran lección que la escudería gestionada por Genii Capital, que sale a las carreras con el nombre de los coches británicos, les ha demostrado: con pocos medios se puede ser grande, y recuperar el lustre y el honor de un nombre.
Y no parece que vaya a ser flor de un día. Lotus ha ganado porque la gente de Enstone ha recuperado la manera de hacer coches rápidos, coches ganadores, como tantas otras veces. Hasta ahora han creado tres coches campeones del mundo, y hay que seguir teniéndolos en cuenta, porque cuando tienen el soporte económico y un buen piloto con ellos, los resultados salen.
Raikko parece tener asegurada la tercera plaza en este mundial, pero para 2013 deberían ambicionar más allá de lo que han logrado este año. Pero este año ya han cumplido, y estas navidades podrán descansar y ser felices.
Y a estas alturas del artículo estarás esperando que hable del resto de la fiesta de carrera que hemos vivido. Efectivamente, ha sido apasionante, interesante, y con mil giros.
Hemos visto un Sebastien Vettel a lo campeón, remontando puestos a un ritmo de gran maestro, arriesgando, rompiendo el coche, corriendo con él roto, aprovechándose de las alternativas de una carrera con muchos incidentes... Vettel ha logrado sacar un podio de una situación que, en cualquier otro caso, habría ocasionado un genuino vuelco al mundial.
Y es que mientras él venía desde atrás con ritmo, Alonso trataba de abrirse paso hacia la victoria. No la ha conseguido, pero ha logrado un buen segundo puesto. Sabe a poco los puntos que le ha restado al líder, sobre todo cuando uno considera que el de Red Bull salía último, y había que arriesgar todo para tratar de borrarle cifras.
Pero si algo ha dejado claro la carrera de hoy es que hasta el rabo todo es toro, y que en estas dos últimas carreras puede pasar de todo. Porque un accidente, un fallo o una sanción puede propiciar un cero para cualquiera de los dos candidatos al título. Y un cero a estas alturas de partido puede significar un giro completo a la situación.
Si todo saliera como se prevé, Vettel lo debería tener fácil, pero está claro (y si no que se lo pregunten a Raikkonen, Massa o Hamilton) que jugarse todo en Brasil es peligroso, porque hasta la última curva, con lluvia, un doblado o un accidente, todo puede cambiar.
Dos carreras nos quedan, dos fiestas de la emoción. Ahora mismo lo único que vamos a pedir a la diosa fortuna es que estire la decisión final del campeón a la última prueba, para que podamos vivir la pasión en 600 kilómetros.
Via: UpCoches