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Cómo Brasil se convirtió en una superpotencia del judo

18/07/2016 10:20 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

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El francés Georges Mehdi habla un portugués perfecto, así que no tiene problemas para comunicarse con los cinturones negros de judo brasileño formados en filas. Son sus lecciones de disciplina las que no parecen entender.

"Cuando empiezo a hablar, debes sentarte", dice este maestro de 86 años con un raro cinturón noveno dan a los más de cien judocas que asisten a su clase magistral en un gimnasio de Rio de Janeiro.

"¡Esto es judo, no un lugar donde vienen a reírse!".

Sorprendidos, los brasileños, todos adultos y muchos de ellos instructores, se callan y se sientan.

Judo, el más que centenario arte marcial japonés enraizado en nociones de disciplina, respeto y jerarquía, puede parecer culturalmente a un mundo de distancia de Brasil, un país tan distendido que borda a veces en el caos.

Sin embargo Brasil se ha convertido en una superpotencia del judo, con 19 medallas olímpicas y expectativas de más el mes próximo, cuando Rio se convierta el 5 de agosto en la primera ciudad de Sudamérica en acoger los Juegos Olímpicos.

¿Cómo sucedió esto?

- Raíces exóticas -

El viaje de Brasil de judo cero a habitué del podio es tan enrevesado como la más complicada llave de judo.

El fundador del deporte, Jigoro Kano, expandió el judo por Europa y las Américas a comienzos del siglo XX, pero Brasil fue lento en seguir la tendencia.

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Durante décadas el judo permaneció ampliamente restringido a la comunidad de inmigrantes japoneses basada sobre todo en Sao Paulo. Cuando Brasil ganó su primera medalla olímpica de judo en 1972, fue gracias a Chiaki Ishii, un inmigrante nacido y crecido en Japón.

Pero por entonces el deporte estaba ganando terreno y otro inmigrante -- esta vez un francés nacionalizado brasileño y amante de Japón -- fue parte de la razón.

Mehdi llegó a Brasil a comienzos de 1950, cuando tenía 17 años, tras dejar su ciudad de Saint-Etienne y los resabios sombríos de la Segunda Guerra Mundial.

"Ya no quería quedarme en Francia. Estaba peleando en las calles todos los días", dijo en un corte durante su clase magistral. "Mi madre estaba harta de mí".

Subiendo rápidamente en las filas del judo brasileño, se convirtió en ciudadano del país y fue varias vaces campeón nacional, inclusive luchando contra rivales bastante más pesados que sus 82 kg.

"Pero luego, tras ser campeón brasileño en todas las categorías, me di cuenta de que no sabía nada", dijo Mehdi. "Así que decidí ir a Japón".

- Valores más profundos -

Durante casi cinco año bajo las enseñanzas de maestros japoneses como el legendario Isao Kano, Mehdi dice que aprendió lo que le estaba realmente faltando en Brasil: no tanta técnica sino las cualidades más profundas del judo.

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"Disciplina, educación, tradiciones y ser serio. Los brasileños no tenían nada de eso", afirmó.

Al regresar a Rio siguió siendo uno de los principales judocas de Brasil, ganó medallas en los Panamericanos de 1963 y 1967, y se convirtió en entrenador de la selección nacional.

Con una reputación de estricto y dedicado, introdujo métodos modernos como el entrenamiento en circuitos y sacó al deporte del olvido, actualizando su conocimiento con viajes regulares a Japón.

Hoy Brasil está noveno en el medallero olímpico de judo, si se cuenta a la Unión Soviética. Está aún lejos de los reyes del deporte Japón, Francia y Corea del Sur, pero integra la élite.

En los Juegos de Rio el equipo de judo espera beneficiarse del hecho de competir en casa, que automáticamente les aseguró lugares en cada clase de peso. Oswaldo Simoes, un veterano del equipo olímpico de 1980 en Moscú, cree que hombres y mujeres pueden obtener tres medallas cada uno.

"Hoy el judo se ha convertido en una tradición en Brasil. Está en cada esquina, y Georges Mehdi fue parte de eso", dijo Simoes, de 63 años, un cinturón negro siete dan y también instructor.

- Disciplina a la brasileña -

Si bien la disciplina era el secreto del éxito de Mehdi, su acercamiento purista también puede haber contribuido a su caída.

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Una carrera de una década como entrenador de la selección nacional y como judoca terminó con sabor amargo, luego de una pelea con la Confederación Brasileña de Judo sobre lo que asegura fue una conducta impropia del equipo en los campeonatos mundiales de 1967 en Salt Lake City.

"Fui expulsado de la confederación porque soy muy estricto", dijo, y añadió que aún le parece que "los brasileños son mal educados".

Luego Mehdi se dedicó a enseñar, pero incluso ahora su intensidad agarra a veces a sus compatriotas de adopción por sorpresa.

Durante su clase magistral, Mehdi, que sorprende con llaves mortales pese a su edad, frecuentemente expresó su exasperación.

"¡Cuando los llamo, no se arrastran!", bramó a un cinturón negro. "En Japón nunca harías eso. Vendrías corriendo. ¡Así que retrocede y regresa de manera apropiada!".

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Vania Benzaquen, una judoca de 46 años que se entrena regularmente con Mehdi en su club de la zona sur de Rio, dijo que en algunos gimnasios en Brasil "hay gente tirada en el tatami, charlando y riendo". "Pero no con él".

"Nos exige que prestemos atención a los detalles".


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Autor:
Redacción Deportes (10610 noticias)
Fuente:
AFP
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