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El monumental cartón diseñado por Bezzuoli como preparación para el fresco se vendió en subasta en 275 mil dólares en Christie's Old Master & British Drawings
Por: Milene Fernandez
La Gran Época, Francia
Detalle de “Folie conduisant le char d’Amour”, 1848, Giuseppe Bezzuoli (1784-1855) Carboncillo, lavado gris, resaltado en blanco, cuatro hojas de papel marrón claro de aproximadamente 3, 35 m por 4, 80 m. (Foto: Christie’s)
“All you need is love” (Todo lo que necesitas es amor), dice la canción, pero ¿qué sucede cuando las riendas del amor están en las garras de la locura? Humanos, no nos faltan defectos y, por lo tanto, necesitamos se nos recuerde seguir por el buen camino. Necesitamos aliento para mantener las riendas de nuestra propia conciencia. Quizás es lo que el marqués Carlo Gerini tenía en mente la primavera de 1848, cuando encargó a Giuseppe Bezzuoli (1784-1855) que pintara la alegoría de Locura conduciendo el carro del Amor en el techo de su palacio en Florencia.
“La pintura puede haber sido el encargo para una boda”, dijo Furio Rinaldi, especialista de antiguos maestros del dibujo de Christie’s en Nueva York.
El monumental cartón diseñado por Bezzuoli como preparación para el fresco se vendió en subasta el 30 de enero en Christie’s Old Master & British Drawings por 275 mil dólares, su precio estimado era entre 50 y 80 mil dólares.
Representa al alado dios romano del amor, Cupido, llevando su carruaje sin que las flechas sean visibles. Sostiene su arco, pero no se muestra la cuerda. Las partes faltantes de sus atributos pueden indicar que debe recuperarlas antes de poder alcanzar su objetivo. Pasivamente monta en su carro tomado por una mujer que personifica la locura. Con una expresión perturbada en sus ojos, Locura está al frente del carro con un látigo en una mano y las riendas en la otra. Medio desnuda, con el pelo flotando al viento, azota a los cuatro mensajeros, asustados al no reconocer al dueño del carro.
Detalle de “Folie conduisant le char d’Amour”, 1848, dibujo de Giuseppe Bezzuoli (1784-1855). Carboncillo, lavado gris, resaltado en blanco, cuatro hojas de papel marrón claro. (Foto: Christie’s)
Cupido, o Amor, surca tranquilamente las nubes. Impregnado de una dulce expresión, cegado por la ilusión, sin saber quién conduce su carroza. Sin embargo, no todo está perdido, porque Amor mira a un querubín volando que lleva un anillo. Representando la inocencia, el querubín que se cierne sobre el amor se presenta en marcado contraste con la confusión de la locura y los caballos fugitivos.
La clave de esta alegoría radica en la forma de mostrar el contraste entre los sentimientos de amor puro y la lujuria desenfrenada. El contraste visual entre los personajes hace que sea fácil imaginar las consecuencias de las dos opciones: la restricción consciente que conduce a una unión responsable o el abandono inconsciente que conduce a la locura. Pero el dibujo no solo ilustra esta dicotomía. El aspecto maravilloso de la alegoría radica en la forma en que resume la complejidad de la lucha psíquica interna entre las fuerzas opuestas, en diferentes niveles. Cada vez que miramos este dibujo, puede interpretarse de manera diferente según el estado de ánimo del espectador.
“Lo que realmente me gusta de putto, el querubín, es que está contra el negro, y la luz viene del halo de Amor, que es realmente hermoso”, dijo Rinaldi en una recepción privada en Christie’s en el Rockefeller Center.
Cerrando un vacío en la historia
Locura manejando el carro del Amor llegó a Christie’s sin preparación. Cada pequeño descubrimiento hecho en el proceso de investigación de Rinaldi durante casi un año fue sorprendente. Había una vaga pista de que el dibujo podría haber sido de Bezzuoli, pero el nombre se perdió y finalmente se atribuyó a Filippo Brunelleschi (1377-1446), explica Rinaldi. Así que durante un tiempo no sabíamos si el dibujo se había hecho para el fresco.
“Folie conduisant le char d’Amour”, 1848, Giuseppe Bezzuoli (1784-1855), fresco del techo del Palacio Gerini en Florencia, Italia. Marqués Pietro Paolo Cavalletti. (Foto: Christie’s)
Afortunadamente, una pintura similar en la Galería de Arte Moderno del Palazzo Pitti en Florencia, que fue la pintura preparatoria de Bezzuoli (estudio de color) para el mismo fresco del techo del palacio privado Gerini, permitió a Rinaldi vincular y asegurar la autoría. La belleza del trabajo de Rinaldi es descubrir la historia de una obra de arte olvidada. “En cierto modo, le devuelves la vida”.
El fresco del techo se ejecutó en 1848 y Bezzuoli murió unos años después. Rinaldi cree que el cartón probablemente se quedó un tiempo en el taller. El número 96 aún está escrito en una etiqueta colocada a la altura de los ojos, justo debajo del ala de Cupido, probablemente un número de serie del taller de Bezzuoli.
Esta pequeña etiqueta es un detalle intrigante. Con pequeñas manchas de humedad en el papel que muestran los signos del tiempo, la etiqueta añade un toque más a la pieza.
Detalle de “Folie conduisant le char d’Amour”, 1848, dibujo de Giuseppe Bezzuoli (1784-1855). (Foto: Milene Fernandez / La Gran Época)
Un diseño extremadamente raro
Es muy raro que un cartón tan grande (unos 3.35 m x 4.80 m) se haya conservado tan bien. Rinaldi lo llamó “un milagro, porque los cartones preparatorios suelen ser lo primero que se destruye en el proceso de diseño”, dijo.
Se utilizan para transferir el dibujo a una superficie de pintura (lienzo, panel o pared) y se dañan en el proceso. Pero en este caso, Locura conduciendo el carro del Amor es una caricatura y un dibujo terminado. No tiene incisiones de herramientas filosas, ni perforaciones para métodos de transferencia de trazo. En su lugar, probablemente se utilizó un papel calca semitransparente para copiar el dibujo, que luego pudo transferirse al techo.
La producción de cartón alcanzó su punto álgido en el siglo XIX, con un acabado muy superior al del cartón renacentista del siglo XVI. Este cartón de Bezzuoli “le da una idea, aunque sea de otro siglo, de cómo debían ser los cartones de los grandes maestros… aunque sobrevivieron muy pocos”, dijo Rinaldi.
Furio Rinaldi, especialista en dibujo de antiguos maestros de Christie’s, Nueva York. (Foto: Christie’s)
Rinaldi ha visto muy pocos dibujos de tal importancia. Menciona el dibujo de Giulio Romano (1499-1546) para el martirio de Saint Etienne en los museos del Vaticano y un gran dibujo de Federico Barocci (1535-1612) con La Última Cena de los Uffizi, como únicos ejemplos comparables.
“La composición está inspirada en los viejos maestros y se comunica con ellos, pero al mismo tiempo los traduce en algo completamente nuevo y diferente”, dijo Rinaldi. “Bezzuoli es uno de los principales representantes del movimiento romántico italiano, pero también del neoclasicismo, en su amor por los grandes maestros del siglo XVII”. Su obra a menudo se ha comparado con los maestros franceses y, según se dice fue amigo de Jean-Auguste-Dominique Ingres (1780-1867). Esta amistad no se ha documentado, pero Rinaldi cree que es muy probable porque Bezzuoli fue profesor en la Academia de Bellas Artes de Florencia cuando Ingres visitó esa ciudad.
Dramatiza un cambio de estado mental
Se pueden distinguir varios pentimenti (arrepentimientos del pintor, marcadas modificaciones en la composición): en las ruedas del carro, en los cascos de los caballos, en los brazos de Locura, etc. “Todas estas diferencias de posicionamiento crean esta dinámica en la obra, que es bastante increíble. Casi parece que [los personajes] se están moviendo”, dijo Rinaldi.
La composición del dibujo cambió ligeramente a medida que se desarrollaba, en el estudio del color de la pintura (el modelo para el fresco) que se exhibía en el Palacio Pitti y la pintura final del techo de la residencia Gerini. Esta es probablemente otra razón por la que este dibujo no fue destruido. Quizás Bezzuoli quiso conservar la composición original como referencia o porque la consideraba como un dibujo acabado que podría ser una obra de arte en sí misma.
“Folie conduisant le char d’Amour” de Giuseppe Bezzuoli. Pintura al óleo. Gallery degli Uffizi – Galería de Arte Moderno, Palazzo Pitti, Florencia, Italia. (Biblioteca fotográfica de DeAgostini / Bardazzi / Bridgeman, Christie’s)
En ambas, Amor sigue sentado en la parte trasera del carro, pero en las pinturas, es aún más pasivo. Mientras su brazo izquierdo descansa en el muslo de Locura, su brazo derecho sostiene su arco, todavía sin cuerda, de una manera más relajada sobre sus piernas. De nuevo, no tiene flechas, y su aljaba completamente ausente. Pero siempre mira al querubín que lleva los anillos, que representa la esperanza y el bien.
¿Quién no ha luchado con el amor frente al egoísmo, o la razón frente a la pasión? El significado de la Locura que conduce el carro de amor es inducido por cada personaje y se le atribuyen las diferentes fuerzas emocionales y psíquicas. Esta alegoría está representada en una forma particularmente digna en este dibujo gigantesco, de extrema rareza.
Artículo original en francés: http://www.epochtimes.fr/lallegorie-de-folie-conduisant-le-char-damour-226885.html
Traducido por: Lucía Aragón